Gracias por el hospital de campo.
Gracias porque las puertas fueron abiertas y siguen abiertas.
Gracias por los que se animan a entrar, que miran de lejos y quieren entrar y no saben cómo.
Gracias por aceptar tanto despojo, por saber que uno quedó sin nada y que aun lo que podía hacer todavía no lo logra… pero proclamar delante de todos esa frase que nunca me la voy a olvidar:
«Dios perdona en mí»
Son muchos los que no pueden perdonar todavía, pero hoy recibimos una lección de teología, de alta teología: Dios perdona en mí. Basta dejar que Él haga.
Y toda Colombia tendría que abrir sus puertas como las abrió este hospital de campo. Y dejar que entre Él, y que Él perdone en uno. Darle lugar: «Mirá, yo no puedo, pero hacelo vos».
La reconciliación concreta con la verdad, la justicia y la misericordia sólo la puede hacer Él. Que la haga. Y nosotros aprenderemos, detrás de Él, a hacerla.
Gracias por lo que hacen. Gracias. Y gracias por lo que me enseñaron esta noche.
[Aplausos]
Al pie de la cruz estaba la Madre. Y ha sido despojada de ese Hijo, y ha visto la tortura, todo. Que Ella acompañe a las mujeres colombianas y les enseñe como Ella el camino a seguir. Se lo pedimos juntos: Dios te salve, María…
Que los bendiga Dios, Todopoderoso, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Gracias.