Medellín, septiembre 9.- Así lo señaló el Pontífice en la Eucaristía celebrada en Medellín, durante su cuarto día de peregrinaje por el país. El Papa Francisco centró su reflexión en proponer las tres actitudes que deben caracterizar a un verdadero discípulo: Ir a lo esencial, renovarse e involucrarse.
Al referirse a “Ir a lo esencial” dijo que esto significaba ir a lo profundo, a valorar la vida. "La relación con Dios no puede ser un apego frío a normas y leyes, ni tampoco al cumplimiento de ciertos actos externos que no llevan a un cambio real de vida”. Además, recordó que el discípulo debe estar en continuo movimiento hacia Cristo. "El discipulado (...) no es el apego a la explicitación de una doctrina, sino a la experiencia de la presencia amigable , viva y operante del Señor (...) por medio de la escucha de su Palabra".
Renovación. El Vicario de Cristo dijo que, la Iglesia debe ir por una continua renovación, atendiendo a los cambios que el mundo de hoy le exige, manteniendo siempre firme y renovada su fe.
“La renovación supone sacrificio y valentía, no para considerarse mejores o más pulcros, sino para responder mejor al llamado del Señor. (..) la razón de ser de todos nuestros mandatos y prescripciones, nos invita a ponderar lo normativo cuando está en juego el seguimiento; cuando sus llagas abiertas, su clamor de hambre y sed de justicia nos interpelan y nos imponen respuestas nuevas. Y en Colombia hay tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús, particularmente el amor convertido en hechos de no violencia, de reconciliación y de paz”, expresó el obispo de Roma.
Por último, reflexionó sobre la tercera actitud: Involucrarse. Al respecto, afirmó que son muchos los que tienen sed de Dios y hambre de dignidad por causa del despojo, por lo que invitó a involucrarse y dar a conocer más a Dios. “No podemos ser cristianos que alcen continuamente el estandarte de «prohibido el paso», ni considerar que esta parcela es mía, adueñándome de algo que no es absolutamente mío”.
“La Iglesia no es nuestra, es de Dios; Él es el dueño del templo y del sembrado; todos tienen cabida, todos son invitados a encontrar aquí y entre nosotros su alimento. Nosotros somos simples «servidores» (cf. Col 1,23) y no podemos ser quienes impidamos ese encuentro”, aseveró.
Al finalizar su homilía el Papa Francisco recordó que vino a Colombia a confirmar en la fe y la esperanza del Evangelio e invitó a seguir a Jesús, conocerlo y dejarse instruir por Él para anunciarlo con mayor alegría.